Déjame salir

Cayendo en la tópica expresión, hay que reconocer que esta película supone un nuevo soplo de aire fresco dentro del cine de terror de estos últimos años, que poco a poco ha ido superando el profundo pozo de reiteración y escasa originalidad en el que estuvo sumergido en los años 90 por culpa del exceso de continuaciones en sagas ya agotadas y la nula calidad de estas. “Scream” en 1996 revitalizando los slasher fue el primer paso dado en la dirección correcta, pero la gran revolución llegó dos años después con tres películas seminales que dejaban atrás el abuso del gore y el exceso de los efectos especiales, marcando así el camino a seguir: la japonesa “Ringu” (1998), “El proyecto de la bruja de Blair” (1999) que inaugura el fértil subgénero del metraje encontrado y “El sexto sentido” (1999), con un soberbio guión que trataba de forma adulta y muy inteligente el socorrido tema de la vida después de la muerte y que podemos considerar como una de las escasas obras maestras absolutas del cine de misterio y terror.

En la actualidad han surgido una serie de directores que siguen la estela de calidad de estos filmes conjugando lo mejor del cine clásico con las nuevas tecnologías. Así tenemos por ejemplo a James Wan con las excelentes sagas “Insidious” y “Expediente Warren”, la muy original “Eliminado” de Levan Gabriadze, la magnífica “It follows” de David Robert Mitchell, o la hace poco reseñada “Pet” de Carles Torrens. El cine de terror ya no busca solo el susto fácil sino que trata de profundizar en el drama de los personajes, no rehúye de historias complejas y sabe perfectamente cuando tomarse en serio o cuando puede reírse de sí mismo.

“Déjame salir” se pone a la altura de estás últimas grandes películas, innovando en algunos aspectos y semejándose en otros. El director y guionista, Jordan Peele, a pesar de que se aleja de temas sobrenaturales (aunque introduciendo de muy sabia manera el elemento de la hipnosis) consigue crear un clima inquietante y a ratos angustioso al delimitar la acción a un espacio casi cerrado (la casa de los suegros del protagonista) y colocar en él a unos personajes cuyo comportamiento oscila entre lo absurdo y lo aterrador.

Además, se atreve a plantear el problema del conflicto racial en los Estados Unidos desde una óptica poco habitual y muy inteligente, siendo este uno de los grandes logros de la película.

Por lo demás tenemos buenos aunque escasos sustos, una trama que se desarrolla a un ritmo adecuado, una escena para el recuerdo (la de la hipnosis mediante la cucharilla), unos protagonistas que siempre tienen algo que ocultar y un final (un poco rebuscado pero no exento de originalidad) que despeja todas las incógnitas y que cuenta, por supuesto , con su pequeña y consabida ración de violencia explícita.

Una excelente película, impropia de un director novel, para disfrutar y hacernos reflexionar si lo de Obama fue solo un espejismo transitorio o si a la sociedad estadounidense, y por extensión la europea, (recuerden la infame y cobarde manera con que nuestros gobiernos están gestionando la crisis de los refugiados sirios) todavía les queda mucho por mejorar.

P.D.

Está reseña fue escrita hace más de un año en la web CeluloideParanoide; el estúpido y cruel asesinato de George Floyd por un policía y los violentos disturbios raciales que se han producido a raíz de este hecho en todos los Estados Unidos vuelven a poner de relevancia esta película y a reivindicar su mensaje de denuncia social.