Tenemos que hablar de Kevin

Aprovechando el estreno de la nueva película de la directora Lynne Ramsay “En realidad, nunca estuviste aquí”, es una excelente ocasión para rememorar su anterior trabajo, la excepcional “Tenemos que hablar de Kevin”.

Drama duro, cruel e implacable que retrata una realidad poco habitual pero con la que algunos desafortunados tienen que cargar: la de tener un hijo con tendencias psicopáticas (frío, duro, egoísta y, a veces, cruel).

¿Hasta donde puede llegar el amor de una madre? ¿Cuanto debe (y puede) soportar? ¿Es su consentimiento ante el caprichoso comportamiento del niño (y posterior adolescente) un cómplice culpable de lo que en un futuro pueda llegar a cometer?

No existe respuesta moral adecuada ni probablemente un modo de actuar optimo ante tal delicada situación. Pero sí hay unas conductas más apropiadas que otras. Vemos que la bochornosa transigencia del padre ante la actitud déspota del hijo o la candidez e inocencia de su hermana no acaba teniendo buenos resultados.

¿Hubiera sido entonces la frialdad (y ocasional dureza) de su madre la única solución para evitar un desenlace que nos temíamos inevitable?

Son tantas las preguntas y reflexiones a las que mueve esta fascinante película que darían para todo un tratado de psicología.

Pero si a eso le sumamos una maravillosa fotografía con un acertado juego de cromatismos variados con especial énfasis en los tonos morados, una excelente y a veces muy irónica selección de canciones para acompañar las imágenes, la siempre muy acertada presencia de Tilda Swinton, el buen trabajo de los dos actores (Jasper Newell y Ezra Miller) que hacen respectivamente de los fríos Kevin niño y adolescente, y un minucioso guión que recurre a una estructura fragmentaria en el tiempo que contribuirá a profundizar en el devastamiento psicológico de su sufrida protagonista; entonces el resultado es una película valiente y arriesgada que roza el calificativo de obra maestra y, a mi parecer, de obligado visionado aunque, lo reconozco, poco recomendable para las jóvenes parejas que estén a punto de tener un hijo. O quizás sí, a veces conviene estar preparado cuando el infierno, de la manera menos esperada, decide instalar una sucursal en tu casa y por razones obvias no puedes negarte a aceptar.

            

Publicado originalmente en www. celuloideParanoide.com