Inventando la perfección.
Se hunden los pies
húmedos, fragantes,
en la orilla del río.
Trinan pájaros
de calidez acogedora
y coloridos plumajes.
El sol también colabora
en una mañana apacible,
perfecta,
donde los noticieros en la radio
apenas unas horas antes
preconizaban una crisis inevitable,
devastadora.
El crujir de la hierba
responde fiel a mis pisadas
mientras un perro revoltoso
se funde en el fango amable
de su más íntima naturaleza.
Sigo pensando
tal como entonces
que todo es perfecto,
que mi mentira tramposa
superará cualquier escollo de realidad.
Mañana
(al fin y al cabo)
los pájaros, el río, la hierba,
todo lo que importa,
seguirá estando ahí.