Decálogo de un poeta rebelde

Instrucciones para ser un buen (y reconocido) poeta rebelde.

1. Un poeta rebelde es nihilista y ateo. Aunque logre acostarse con la actriz o modelo más deseada del momento, aunque logre hacerse millonario y famoso con su obra, aunque consiga llevar una vida plena y feliz, e incluso aunque se le aparezca un coro de ángeles y arcángeles demostrándole empíricamente la existencia de Dios, seguirá siendo muy a pesar suyo nihilista y ateo.

2. Un poeta rebelde debe estar rodeado constantemente de jóvenes y hermosas mujeres que lo admirarán por su pose taciturna, su aire de maldito y sus ya eternos versos llenos de amargura y desolación.

Eso no quiere decir que haya ciertos casos (en realidad bastantes) donde nuestro buen poeta no tiene excesiva suerte con el sexo femenino, frecuenta prostitutas (si tiene dinero) y cuando bebe demasiado (algo bastante habitual) se suele despertar solo y en condiciones ruinosas en un desconocido y sucio portal.

Damos por tanto válidas ambas posibilidades para pertenecer al selecto y exclusivo club de los poetas rebeldes.

3. Un poeta rebelde nunca escribirá sobre temas mundanos, cursis o excesivamente banales (por ej. las flores o la impotencia sexual) que puedan hacer dudar de su innegable hombría. Por tanto debe tratar temas como el alcoholismo, el sexo explícito, la violencia exagerada y el malditismo en general, aunque lo desconozca todo sobre estos temas. Todo ello con un lenguaje soez que no excluya, solo muy de vez en cuando, lo lírico.

El poeta rebelde da a entender con todo esto (normalmente de manera infructuosa) que es un ser desarraigado de la sociedad solo porque él pretende serlo, de ahí su condición sine quanun de poeta rebelde.

4. Un poeta rebelde debe ser moderadamente alcohólico (a la imaginación del lector queda entender esto) y, en alguna fase de su vida, adicto a cualquier tipo de droga. Cuanto más dañina y reconocida sea la droga que consuma más rebelde se considerará, siendo la heroína inyectada en vena el escalafón más alto al que puede llegar todo poeta. Es más, a un poeta rebelde adicto irremisiblemente a la heroína incluso se le puede perdonar el hecho de que nunca haya escrito poesía.

5. Un poeta rebelde escribe en verso libre, a ser posible sin rima y nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia, ni aunque le pagasen todo el dinero del mundo, ni aunque le ofreciesen sumisas las más bellas mujeres del mundo, escribirá sonetos. Entre otras muchas razones porque, aunque se lo propusiese, sería incapaz de ello.

6. Un poeta rebelde desprecia la fama y el dinero. Pero desprecia todavía más el fracaso y la pobreza. Como resolver está aparente paradoja es mucho más sencillo de lo que parece, e incluso se puede hacer de muy variadas formas. La más fácil y aconsejable consiste en odiar la fama y el dinero solo cuando se carezca de ellos, y en cambio resaltar los valores positivos del fracaso y la pobreza cuando se es un inútil pobre y fracasado.

(Honestamente, en caso de que un poeta rebelde consiguiera gran notoriedad e ingentes cantidades de dinero no nos imaginamos ningún motivo plausible por el que quiera seguir escribiendo poesía.)

7. Un poeta rebelde tiene por héroes a Budelaire, Rimbaud, Bukowski y a toda la generación beat. No lee bestsellers, es más, los desprecia, no tiene televisión, admira por razones que todavía no acabo de comprender el cine mudo no cómico, y considera toda la tecnología como la causa primera de la irreversible decadencia de la sociedad actual. Excepto al Iphone, claro.

8. Un poeta rebelde es de izquierdas, feminista y defensor de las minorías oprimidas.

Siempre y cuando no viva en un país comunista, su esposa no se haya divorciado de él quitándole todo su dinero y sus hijos, y la minoría oprimida que defendía no se haya convertido con el paso del tiempo es mayoría tiránica y opresora (cosa que, por curioso que parezca, suele acabar sucediendo).

9. Un poeta rebelde deberá siempre morir antes de los treinta años, bien sea por su propia mano (se recomienda corte en las venas, disparó en la sien o ahorcarse con una soga; ingerir pastillas es demasiado tópico, a menos que se combine con una de las anteriores, electrocutarse es demasiado ruidoso, y aunque tirarse delante de un vehículo móvil tiene su encanto, no se recomienda por poner en peligro la seguridad de los ocupantes de dicho vehículo), bien por causas accidentales aunque en cierta manera premeditadas, tales como morirse ahogado en su propio vómito, sobredosis, o estampando tu deportivo contra un grueso muro a, esto es muy importante, una velocidad ilícita y desproporcionada (pues en caso contrario la muerte pasará de ser épica y dramática a estúpida y ridícula).

En caso de que la muerte en cualquiera de sus causas se produzca después de los treinta años el sujeto perderá la condición de rebelde y pasará, para su vergüenza y desdicha, a ser considerado un poeta clásico, en el mejor de los casos, o, en la inmensa mayoría de las ocasiones, un ser anónimo y olvidado por todos.

Se recomienda que dicha muerte suceda a los veintisiete años para así formar parte del selecto y exclusivo club de los veintisiete. De esta manera cada vez que alguien escriba sobre Jimmy Hendrix, Kurt Cobain o Janis Joplin, su nombre, aunque sea el más lamentable poeta de todos los tiempos, aparecerá frecuentemente reseñado junto a ellos.

10. Un poeta rebelde ya no escribe poesía, escribe rap, que es como la poesía pero sin metáforas y con una rima consonante cada tres palabras. Vestirá como un hermano afroamericano nacido en los idolatrados Estados Unidos de América (aunque su piel sea blanca y haya nacido, por ejemplo, en Albacete), con pantalones anchos y caídos (importante enseñar, por motivos que también desconozco, calzoncillos Calvin Klein), gorra de béisbol ladeada, zapatillas de baloncesto de indefinible variado colorido, y actitud chulesca y abiertamente ofensiva contra el resto del mundo por ser incapaz de comprender la infinita profundidad de sus sentimientos ni aceptar con adoración la inmensidad de su genio mayúsculo.

Los temas principales del rap son la glorificación del yo hasta rozar la parodia y la defenestración de los otros hasta sobrepasar el más despiadado escarnio. La naturaleza, la espiritualidad o el amor romántico (a menos que incluya grande dosis de sexo) son temas desconocidos para todo honesto y buen rapero que se precie de serlo.

Se creen superiores al resto de todos los (patéticos) seres humanos y por supuesto no cumplen necesariamente ninguna de las obligaciones de este didáctico decálogo, pese a los cual se consideran, y quizás con justicia, los únicos, nuevos y verdaderos poetas rebeldes de estos atribulados tiempos que nos ha tocado vivir.