Espiritualidad Vs. Materialismo

   

La vida es futilidad. En un momento dado estás conduciendo tu coche en un estado de absoluta placidez y un segundo después alguien se despista, choca frontalmente contigo y todo se acaba. Y da igual si llevabas una vida plena o no, si eras feliz o infeliz, si estabas a punto de iniciar algo de suma importancia para tu existencia o simplemente era un día más. Pues todo deja de importar para ti a partir de ese momento; todo cuanto ha sucedido es irreversible, con independencia de si es un acto justo o no, y todo deja de tener sentido a partir de ese instante.

A menos que haya algo más, un orden inmanente, invisible, externo a nosotros pero que a la vez nos contiene. Es aquí cuando surge la salvaguarda de la espiritualidad, fundamentada en dos términos independientes que suelen ser mencionados como si se tratara de uno solo: por un lado la continuación de la vida con independencia del cuerpo físico, por otro la existencia de un Ente con un conocimiento y poder infinito, creador de todo lo conocido e ignorado.

A pesar de que filósofos y pensadores ocasionales se han centrado más en intentar probar o desmentir a este supuesto Ente, en realidad lo que debería preocuparnos es la otra cuestión: la perpetua propagación de la conciencia, al margen de si esta ha sido creada por Santa Claus, una compleja técnica genético-energética o el mero azar. Pues solo así encontraríamos una baliza existencial a la que agarrarnos, en la que buscar un sentido general al todo.

Y aunque cada vez hay más datos fríos y objetivos (estudios científicos sobre ECM, EFC y la Reencarnación, como los realizados por Ian Stevenson) que permiten suponer que nuestro cuerpo es una especie de hardware que tan solo sirve de receptor a un software de origen desconocido (aunque con consistencia propia), es temprano para aventurarnos en afirmaciones o negaciones que al menos por ahora solo pueden ser sugeridas, no probadas.

Se mantiene pues, la confrontación entre dos realidades personales, la escéptica y la espiritual, convertida en un dialogo con lo trascendente de tú a tú.

Del lado de los escépticos hay un rechazo rotundo casi irracional a todo aquello que se oponga al determinismo y materialismo imperante en la época y ciencia actual.

De la otra parte hay una aceptación y búsqueda de lo espiritual, a veces dentro del rígido y limitado mundo de las religiones, a veces dentro del complejo pero mucho más abierto camino de la investigación personal (y que incluiría estudios científicos como los antes mencionados, textos esotéricos, meditación, ingestión de plantas alucinógenas y un largo etc).

Uno de los problemas que surgen de esta dicotomía es la errónea percepción de esta confrontación, viéndola casi siempre como una lucha entre ciencia y religión, lo cual supone una visión sesgada, incompleta y profundamente errónea.

La religión es una parte ínfima del mundo espiritual, que ha tratado (con bastante éxito) de convertirse en único interlocutor al respecto de dichos temas, y que como todos aquellos que pretenden instaurarse en monopolio acaban degenerando y limitando el conocimiento que pretenden compartir. Eso no quiere decir que en las diferentes religiones haya textos o ideas de gran valor histórico, filosófico y esotérico, pero siempre hay que desconfiar de quien se vende como único gran poseedor de la verdad. Existen múltiples caminos (algunos asociados a la ciencia) para adentrarse en el conocimiento del mundo espiritual, y la religión solo es uno más de entre un gran número de posibilidades.

La ciencia, entendida en su sentido más amplio de búsqueda de conocimiento a través de la experiencia y la razón, puede convertirse en la clave fundamental para dar un poco de luz a estas cuestiones que han sido (y siguen siendo) fundamentales a la hora de dar sentido a nuestras nimias existencias. Kant se equivocaba y la metafísica por fin puede explorarse a través de otros métodos más allá de los meramente especulativos (siempre y cuando siga habiendo médicos, psicólogos y científicos valientes que, superando los vergonzosos recelos de la ciencia oficial, tengan los medios adecuados para realizar sus particulares investigaciones). Y la importancia de esto es vital, no solo porque el ansia de conocimientos es una constante en el ser humano, sino porque el posible hallazgo de una prueba definitiva (o al menos de indicios sólidos) de que la conciencia puede sobrevivir a la muerte de la mente cambiaría el paradigma social, científico y moral en el que ahora vivimos (basado en gran parte en el materialismo, el consumismo, la superficialidad, la competencia y la supervivencia del más fuerte). No se arreglarían de golpe los múltiples y complejos problemas a los que a diario se enfrenta la humanidad tanto a título individual como en su conjunto, pero sí tendríamos una base sólida y científica (a la vez que moral) sobre la que edificar los cimientos de una sociedad más justa y solidaria.

Me molestan en igual medida tanto los santurrones que se aprovechan de la innata búsqueda espiritual del ser humano para enriquecerse y manipular, cómo los escépticos radicales que se niegan siquiera a discutir o razonar sobre todo aquello que sobrepase la materia visible y lo que ellos entienden como lógico y razonable. Ambos adulteran ciencia y espiritualidad, aunque paradójicamente se proclaman como sus más firmes defensores, y son siempre el camino a evitar, pues imposible es discutir con el necio o el mentiroso, por muy loables que sean nuestras intenciones.

Mientras, la búsqueda continua y la vida seguirá siendo futilidad. Aprovéchenla mientras puedan y, si nos vemos al otro lado porque finalmente existe ese otro lado, esperemos que sea un poco más agradable que este lleno de tanta miseria, dudas y contradicciones.

  

 Algunos artículos interesantes sobre el tema:

https://www.tendencias21.net/Vibraciones-cuanticas-neuronales-respaldan-una-controvertida-teoria-de-la-conciencia_a29700.html

https://afanporsaber.com/experiencias-cercanas-a-la-muerte-i#.W2q3Q5dR2t9

https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-10-09/descubren-que-hay-vida-despues-de-la-muerte-al-menos-en-los-primeros-minutos_230004/