Contemplación antisolipsista en una tarde de verano

Contemplación antisolipsista en una tarde de verano.

(Solipsista es aquel que dice: Soy el único que existe. (No creo que tenga que decirlo, basta con que lo piense). En otro seminario que daba Alan Ross Anderson, pasamos cerca de dos horas hablando sobre el solipsismo. Al final de la sesión me levanté y dije: En este momento creo que me he vuelto antisolipsista; ¡creo que todos existen menos yo!)

Raymond Smullyan- 5000 Años A. de C. y otras fantasías filosóficas.

Y las personas pasan, unas detrás de otras, una para allá, otra para acá; todos hacia delante, creen ellos, pero en realidad van hacia atrás. Y yo estoy quieto y sentado. Sin hacer absolutamente nada. Pareja caminando, uno junto al otro, sus brazos y hombros se rozaban, ella reía y se apoyó en él. Parecían felices, y yo creo que lo eran. Ahora ya no hay nadie. El Tijuana delante de mí, una puerta negra, la zapatería cerrada, y frente a ellos el patético y lamentable dueño de la tienda más patética y lamentable de la historia escribiendo estupideces como siempre. Coches y más coches perturban la soledad. Dylan en la radio. Buena canción, nunca la había escuchado, muy larga y épica. Vaya, un camión de listas de boda ha parado aquí al lado. Alguien ha contraído matrimonio y va a vivir junto otra persona a la que quiere. Están ilusionados (por fin me he casado, piensa una; dios mío, me he casado, la otra). Empiezan una vida en común, con sus trabajos, sus esperanzas; “ya somos adultos” piensan al unísono. ¿Y cuando los hijos? ¿Serán felices?. El primer día que vivan juntos estarán deseando que llegue la noche, se acostarán, se abrazarán fuertemente, con cariño, y harán el amor cientos de veces y se dirán te quiero otras tantas, quizá más, sí, posiblemente más. Cuándo los despierte la realidad del día siguiente todo será muy diferente, ya no habrá magia, ni ilusión, ni oscuridad envolviendo a dos cuerpos que hacen el amor; solo vida real, incertidumbre, miedo, un desayuno rápido, ir corriendo al trabajo, compañeros desagradables, primeras discusiones, algún que otro enfado serio, ¿alguien ha gritado?, nóminas insuficientes, “bienvenido al mundo donde se pagan impuestos, alquileres desmesurados, gastos imprevistos… ¿quien ha sido el hijo de puta que ha diseñado la declaración de la renta?», ojalá no hubiera mañanas, solo eternos presentes de pequeñas satisfacciones. La rutina, el tedio, la desconfianza, y finalmente el odio y el rechazo no tardarán en llamar a sus puertas. Y yo tan optimista como siempre.

Se ha ido el camión, simplemente venía a recoger un sofá viejo, muy feo y rojo.