Ghost in the Shell: el alma de la máquina.

 

Toda obra debería juzgarse, siempre que sea posible, dentro de su contexto, intentando buscar cuales son sus referencias y pilares que la sustentan, para así evitar interpretaciones erróneas y poder valorarla en su justa medida.

Y es que cuando nos enfrentamos a una película que tiene detrás uno de los mangas más populares e influyentes de la historia, dos películas de anime que revolucionaron el género y dos excelentes series de televisión animadas, es inevitable ver la parte como un subconjunto del todo, del que nace y a la vez se retroalimenta, y es por tanto inevitable, al menos al dar mi opinión, que esté influida por ese todo del que forma parte.

Una vez vistos estos antecedentes y comparándolos con el resultante final, creo que se puede afirmar sin reservas que estamos ante un ejemplo paradigmático del cine que nos ha mostrado Hollywood en los últimos años: brillantes cascarones de hermosa y casi perfecta ejecución que esconden un interior no tan lustroso de muy escasa originalidad.

Cierto que el film de Rupert Sanders deslumbra visualmente y llega hasta a resultar entretenido, Scarlett Johansson cumple, aunque a veces recuerda demasiado a su papel en la saga Vengadores (¿Se acuerdan de cuando hacía papeles en los que no pegaba continuamente puñetazos ni patadas voladoras? Qué tiempos aquellos…), pero la gran tara a la que se enfrenta esta película es que por intentar alejarse de sus referentes animados mezcla de manera torpe elementos de otras obras, hasta el punto que a veces casi parece un nuevo remake de “Robocop” llevado al extremo (un cerebro implantado en un cuerpo robótico al que le han borrado casi todos sus recuerdos), con la ambientación calcada de “Blade Runner” y el añadido de alguno de los personajes del film animado “Ghost in the Shell”, al que por cierto le han fusilado sin piedad (homenajeado si prefieren) unas cuantas escenas.

Quizá el punto más polémico e inexplicable sea la controvertida decisión de cambiar el origen de la protagonista respecto al manga original. ¿Se imaginan una versión de Batman donde sus padres no fueran asesinados o un Superman que no nació en un mundo extraterrestre? No solo sería algo absurdo sino que además toda la historia posterior quedaría descontextualizada y en cierto modo ultrajada.

El gran problema, por tanto, que surge una vez visionado el film, es que cuando se une el puzzle de todo lo que hay detrás queda cierto regusto amargo, excesivo, de deja vu.

No creo que “GITS: el alma de la máquina” sea una mala película, pero sí la considero una mala adaptación del manga, un pobre remake del original japonés y otro (semi)fallido intento de Hollywood de adaptar el cine oriental e intentar encajarlo (aunque sea a golpes) en los rígidos y cada vez más oxidados moldes del canon occidental, buscando una comercialidad que, irónicamente, esta vez no se ha producido.

Crítica publicada el 25 de Marzo de 2017 en CeluloideParanoide.