Critiquemos

Critiquemos.  (Tiempos Modernos I)

A todo el mundo le gusta criticar, señalar aquello que consideramos erróneo del comportamiento de un individuo o grupo de individuos, dándolo a conocer al resto del mundo. Criticar nos proporciona una agradable sensación de superioridad moral, y a la vez sirve para desviar la atención de nuestros singulares defectos y numerosas faltas. Es decir, criticar nos hace creer que somo mejores personas cuando lo más habitual es que nos iguale en bajeza moral a aquel o aquellos que reprobamos.

Las redes sociales, en una espiral constante de degeneración y podredumbre, están sirviendo (además de para ser espiados con nuestro absoluto consentimiento) para que todo aquél que desee pueda lanzar su particular anatema, sea su opinión razonable o no, creando con ello una controversia: la excesiva afluencia de críticas y la absoluta falta de coherencia en casi todas ellas, aderezadas por supuesto con todo el odio y rencor del que seamos capaz de engendrar.

Lo más triste es que algunas se han institucionalizado bajo el paraguas de lo que se denomina políticamente correcto (sustentado casi siempre por la izquierda ideológica, antaño azote de los fascismos pero hoy, paradójicamente y en no pocos casos, fascismo puro) y aquel que no pase por el aro está condenado al ostracismo y repudio general.

Reconozco que caigo frecuentemente en la critica (sin ir más lejos, este mismo articulo) pues como buen misántropo que soy ni me gusta este mundo en el que vivo ni los personajes que lo habitan; es por ello que busco una serie de salvaguardas para que al menos mis quejas sean lo más razonables y justas posibles: evito el insulto, procuro no personalizar siempre que sea posible, e intento argumentar y aplicar una coherencia lógica a dichos argumentos en la medida que mis posibilidades intelectuales lo permitan.

Pero por desgracia hoy no importa la verdad razonada, sino lo estruendosa que sea tu opinión y, sobre todo, lo amplio de su repercusión. Si un millón de idiotas twitean un grito de odio, burla o ensañamiento da igual si está justificado o no, si tiene algún fundamento o si daña o perjudica seriamente a alguien. La cantidad da verosimilitud al argumento, es la regla general. De manera que la noticia a reseñar será que las redes sociales critican en masa a tal individuo (obviando si dicha crítica está justificada o no), llevándonos al silogismo perverso de que si tanta gente está de acuerdo entonces es que algo malo habrá hecho.

Difícil cambiar esta tendencia, y puesto que soy de los que opinan que la mejor manera de no mancharse en un lodazal es no metiéndote en él, considero que evitar en la medida de lo posible las redes sociales es la mejor manera de no convertirte en un futuro ajusticiado o en un opresor sin escrúpulos.