Un primer paso para cambiar el mundo

Recupero aquí un muy interesante articulo del blog “GAZZETTA DEL APOCALIPSIS” que acabo de releer y que considero apropiado en estos tiempos de confrontación y radicalización ideológica, religiosa y cultural. Es obvio que hay aspectos discutibles dentro del articulo, pero creo que su tesis principal es acertada y como mínimo da lugar a una profunda reflexión sobre nuestras creencias y la sociedad en que vivimos.

Debido a su gran extensión y enrevesada estructura lo he recortado y retocado para facilitar su lectura. Al final del articulo tienen un enlace al original completo que explica más detalladamente y con diversos ejemplos el proceso de programación mental al que estamos sometidos los seres humanos desde nuestro nacimiento.

     

UN PRIMER PASO PARA CAMBIAR EL MUNDO.

Es una pregunta crucial que debería hacerse cualquier persona que quiera cambiar el mundo: ¿Estoy dispuesto a dejar de ver la realidad tal y como me han dicho que es, para empezar a verla tal y como es realmente?

Porque en eso consiste precisamente el primer paso para cambiar el mundo: en cambiar nuestra percepción de la realidad, ya que vivimos en una realidad paralela que solo existe en el interior de nuestras cabezas. Y cualquier persona que realmente quiera cambiar el mundo debe comprender su existencia y conocer los pilares que la sostienen en pie.

Por esa razón, en este artículo expondremos una serie de conceptos que resultan cruciales para empezar a distinguir esa ficción y conseguir separarla de la auténtica realidad:

1.Instalación del programa mental.

2.Identificación.

3.Transmisión.

4.Argumentario.

1. INSTALACIÓN DEL PROGRAMA MENTAL: Quién domina a quién.

Para empezar, debemos tomar conciencia de la influencia que tienen sobre nosotros los sistemas de creencias, sean de carácter político o religioso, y nuestros hábitos y costumbres, de carácter cultural.

Lo primero que debemos comprender es que las creencias, las ideologías y la identidad cultural solo existen dentro de nuestra psique. Son paquetes de información muy parecidos a un programa informático instalado en una computadora, es decir, meros mecanismos psíquicos de programación mental.

Pues la percepción distorsionada que tenemos de ellos y de su relación con nosotros es muy parecida a la percepción distorsionada que tenemos de un programa informático instalado en una computadora. Porque nosotros, al igual que en las computadoras, creamos todas nuestras creencias, nuestras ideologías e identidades culturales (programas de software) y una vez creadas, esas ideologías, creencias y conceptos culturales nos utilizan a nosotros mismos para expresarse en el entorno real y no al revés.

Dicho de otra manera: somos esclavos de nuestras propias creaciones psíquicas, que toman el control de nuestras vidas y nos usan como instrumentos a su servicio para intervenir sobre la realidad de forma tangible.

Sí, es una visión chocante, anti-intuitiva y que incluso puede parecer absurda, fantasiosa o hasta terrorífica: pero si lo analizamos bien, veremos que es la auténtica realidad en la que vivimos.

Pongamos un ejemplo:

Imaginemos a dos personas, A y B, educadas desde pequeñas (es decir, programadas mentalmente) con dos ideologías opuestas. Por ejemplo, A ha sido educado para ser un fascista, mientras que B ha sido educado para ser un comunista. Cuando esas personas A y B coinciden y empiezan a intercambiar información, es altamente probable que sientan rechazo o incluso odio el uno por el otro. ¿Y por qué?

Bien, pues porque los programas que llevan instalados en su mente (fascismo y comunismo), entre sus funciones principales tienen la de luchar o rechazar a la ideología opuesta, a la que consideran una competencia directa, o en este caso, directamente “un enemigo”.

Ahora supongamos otra posibilidad: que esa misma persona B, en lugar de haber sido educada como comunista, ha sido educada desde pequeña como fascista, al igual que A.¿Qué sucederá cuando se encuentren A y B y empiecen a intercambiar información? Pues que muy posiblemente tenderán a considerarse “colegas” y ese odio cerval que surgía en el primer caso por razones políticas, no existirá, porque sus programaciones mentales son similares.

¿Y qué demuestra eso? Pues que la raíz del rechazo o el odio entre A y B, no surge de la naturaleza de los propios individuos A o B; los individuos en sí mismos, no son la fuente original de esos sentimientos de odio o rechazo mutuo.

A y B no se odian. Son el programa “fascismo” y el programa “comunismo” los que se rechazan entre sí y UTILIZAN a las personas A y B, en las que han sido “instalados”, como instrumentos para expresar su rechazo mutuo en un entorno físico real, llegando a inducir en las mentes de A y B un sentimiento de odio del uno hacia el otro.

Es la programación mental la que UTILIZA a la persona para manifestarse y no al revés.

2. LA IDENTIFICACIÓN: El mecanismo clave.

Antes hemos expuesto un ejemplo metafórico y simplificado en el que teníamos a dos individuos, A y B, educados (programados) como un fascista y un comunista respectivamente. Decíamos que las programaciones mentales de carácter ideológico-político instaladas en sus psiques eran las que les inducían a generar en su interior un sentimiento de odio mutuo.

Y nos preguntamos: ¿cómo pueden conseguir simples mecanismos de programación mental, es decir, meros conglomerados de información sin voluntad propia, que los individuos se odien y se maten los unos a los otros sin que los propios individuos se percaten de que sus acciones han sido inducidas por dichos mecanismos mentales, ajenos a su propia naturaleza?

Bien, pues lo consiguen generando un mecanismo de IDENTIFICACIÓN.

Los individuos “programados” con ideologías o creencias se identifican plenamente con ellas borrando en su mente, de forma inconsciente, las fronteras entre su propia identidad individual y aquello “en lo que creen”.

¿Qué le dice alguien que ha abrazado el comunismo como ideología política? Le dice: “YO SOY COMUNISTA”

¿Qué le dice alguien que ha abrazado el cristianismo como religión? Le dice: “YO SOY CRISTIANO”

No se limitan a decirle: “yo sigo circunstancialmente las doctrinas comunistas o cristianas”, trazando una frontera entre su yo y la programación mental recibida, sino que se IDENTIFICAN con el programa instalado en su psique, y al hacerlo, pasan a considerarse a sí mismos como una manifestación física del propio programa mental.

Así es como estos mecanismos psíquicos consiguen convertirnos en sus esclavos.

Y esto permite que los distintos mecanismos de programación mental (en este caso ideologías políticas) puedan combatirse los unos a los otros a través de sus subyugados (las personas programadas) en el entorno físico.

Los individuos pasan a convertirse en algo parecido a las piezas sobre un tablero de ajedrez, en lo que vendría a ser una partida entre dos mecanismos de programación mental que tratan de eliminar físicamente las fichas controladas por el oponente, porque cada una de esas piezas representa una posibilidad de propagación de la ideología opuesta en el mundo real.

Si no existiera este mecanismo de identificación tanto A como B podrían tomar conciencia de que ellos y las creencias que tienen instaladas en la cabeza no son la misma cosa; y de que el presunto opositor al que tanto “odian” en realidad es una persona como ellos, que simplemente ha sido programada con otra ideología y que por lo tanto no hay ninguna justificación real para odiarlo, combatirlo o hacerle daño físico.

Este proceso de identificación está compuesto de diversos niveles.

A-Vínculo emocional: Mientras se consolida el proceso de identificación se genera en la mente un mecanismo crucial: un SENTIMIENTO DE IDENTIFICACIÓN, es decir, una vinculación de carácter emocional con el programa mental, que sirve para cimentar nuestra IDENTIFICACIÓN con dicha programación mental.

Este sentimiento extiende raíces y establece vínculos relacionados con el conjunto de sentimientos propios de la vida personal de cada individuo. De hecho, se nutre de ellos.

Por ejemplo, si nos IDENTIFICAMOS como Alemanes, la existencia de ese SENTIMIENTO de Identificación, nos llevará, no solo a considerar el himno alemán como algo con lo que nos identificamos y que nos representa, sino que además, cuando lo escuchemos sentiremos emoción. Y esa emoción, puede verse potenciada por elementos emocionales personales, como por ejemplo, que tus abuelos o tus padres, te inculcaran ese sentimiento patriótico y que albergues recuerdos concretos relacionados con ello.

B-Identificación del adversario: A medida que el programa mental consigue que nos identifiquemos con él, instala a su vez en nuestra mente los mecanismos necesarios para reconocer a todos aquellos otros mecanismos mentales que puedan representar una competencia para su existencia o que resulten potencialmente peligrosos.

Por ejemplo, si somos programados con una ideología política, empezamos a identificar las otras opciones políticas como posibles adversarios o peligros potenciales o directos para la ideología con la que nos identificamos.

Esos potenciales adversarios van siendo clasificados en nuestra mente según un conjunto de parámetros (ideológicos, políticos, históricos, culturales, etc…), que determinan el rango de amenaza que representan para el mecanismo mental que nos programa.

C-Rechazo emocional del adversario: Mientras se producen los procesos de identificación y clasificación de los posibles mecanismos de programación adversarios, se van desarrollando simultáneamente, sentimientos de rechazo hacia dichos programas mentales “amenazantes”.

El rango de amenaza con el que los clasificamos determina a su vez el nivel de sentimiento de rechazo o repulsión hacia cada uno de ellos.

Por ejemplo, inicialmente, alguien de extrema derecha tenderá a sentir menos repulsión por alguien de centro-derecha, que por alguien de extrema izquierda, a no ser que haya factores históricos o personales circunstanciales que influyan en dichas dinámicas.

                

3-TRANSMISIÓN: La perpetuación de la programación metal.

El proceso de IDENTIFICACIÓN cristaliza definitivamente con la fase de Transmisión.

Se llega a este punto cuando el individuo identificado plenamente con su programación mental se convierte en un foco de transmisión de dicha programación hacia otras personas.

Uno de los ejemplos más habituales de foco de transmisión lo encontramos cuando las personas intentan inocular sus programaciones mentales a sus descendientes, aprovechando la existencia de vínculos emocionales y de autoridad.

Cabe destacar que cuando una persona se convierte en transmisor del programa instalado se genera inconscientemente en su psique una nueva “capa” o “nivel” de identificación, el cual está relacionado con la cantidad de tiempo que ese mecanismo de programación mental lleva existiendo sobre la tierra y la cantidad de generaciones a las que “ha infectado”.

Una programación mental que lleva transmitiéndose de generación en generación en un entorno concreto, puede pasar a considerarse “tradición”, “costumbre”, “creencia”, etc…

Pues bien, cuando alguien se convierte en foco de transmisión de un programa mental tan antiguo, inconscientemente establece un nuevo vínculo de identificación con dicho programa mental: ya no solo se considera a nivel inconsciente como una manifestación física de esa programación mental (IDENTIFICACIÓN), sino que además se considera inconscientemente como un eslabón más en la cadena de transmisión o propagación de esa programación mental a lo largo del tiempo: IDENTIFICACIÓN TRASCENDENTE.

Y uno de los efectos que genera en los individuos la identificación con una programación mental tan antigua y extendida entre grupos de población, es que les provoca una sensación de “pequeñez” ante el programa mental que les controla, pues como decíamos, es percibido como una entidad que trasciende a sus propias existencias.

Bien, pues es precisamente esta percepción de la propia pequeñez ante el programa mental “trascendente” la que actúa como un resorte que garantiza que el individuo tratará de transmitir a sus descendientes la programación mental que le controla.

¿Por qué?

Pues porque a nivel inconsciente la principal manera que tienen los individuos programados de participar de esa “trascendencia” es convertirse en focos de propagación de dicha programación mental a las nuevas generaciones; con ello generan en su mente la ilusión de formar parte de un ente que de alguna forma perciben como “inmortal”. Es como si absorbieran parte de esa “inmortalidad” para sí mismos. De ahí lo de IDENTIFICACIÓN TRASCENDENTE.

Como podemos ver, es mediante mecanismos tan básicos como estos, que actúan a nivel inconsciente, que algunas creencias y tradiciones consiguen pervivir durante tanto tiempo.

Pero la importancia capital del mecanismo de Identificación no termina aquí, pues genera una serie de efectos colaterales que cambian por completo nuestra visión de la realidad.

         

4. ARGUMENTARIO: La creación de la realidad abstracta paralela.

Una vez concluidas y consolidadas todas las fases del proceso de Identificación, que vendrían a representar el armazón del proceso de programación mental, se inicia un proceso de construcción de discurso o ARGUMENTARIO, que vendría a ser algo así como su recubrimiento o piel externa.

La función del discurso o argumentario que acompaña a un proceso de programación mental (de carácter ideológico, religioso o cultural) es servir como escudo protector intelectual ante la amenaza que representan los mecanismos de programación adversarios, a la vez que también sirve como arma de agresión intelectual hacia ellos.

Y ese argumentario no se genera a nivel individual, sino a nivel social.

¿Por qué? Pues porque el mecanismo de identificación, no nos lo aplicamos solo a nosotros mismos, sino a todo lo que nos rodea.

Es así como todas las personas únicas, con identidades individuales y diferenciadas que vemos a nuestro alrededor, pasan a ser identificadas, en el interior de nuestra mente, como “moros”, “conservadores”, “perroflautas”, “argentinos”, “gringos”, “culés”, “ciudadanos de clase media”, “inmigrantes”, etc…

Se genera así un mundo paralelo en el que las personas son clasificadas mediante multitud de estereotipos y etiquetas superpuestas de toda índole, que conforman una nueva realidad abstracta paralela que solo existe en el interior de nuestra psique y que confundimos con la auténtica realidad tangible.

Por si eso fuera poco, esa realidad paralela del Sistema viene acompañada de toda una panoplia amplísima de conceptos que sirven para justificar todas esas ficciones y cuya lógica interna depende por completo de que permanezcamos sumergidos en esa realidad ficticia, en la que ahora creemos vivir.

Es algo parecido a lo que sucede con la lógica interna de un sueño: que solo tiene sentido mientras estás soñando. El propio sueño incorpora todo un paquete de mecanismos lógicos inherentes que le dan sentido a algo que en realidad no lo tiene. Y cuando despiertas recuerdas asombrado lo contradictoria que era la “lógica onírica” en la que estabas sumergido y que tanto sentido parecía tener.

Pues bien, este “despertar” es muy similar al que experimentamos si de repente tomamos conciencia plena de lo que es en realidad el Sistema y de lo absurdos que son sus presuntos “principios lógicos de funcionamiento”, por los que la gente entrega literalmente la vida.

Cabe destacar que los ARGUMENTARIOS siempre tienen 2 características fundamentales que no debemos ignorar:

A-Son coherentes con la lógica interna de la programación que defienden.

Por ejemplo, es difícil que usted vea a alguien de “extrema izquierda” utilizando conceptos como “patria”, “bandera”, “dios”, “familia”, etc.. en la construcción de su argumentario, porque serían incoherentes con la programación mental que representa. Tendrá que buscar conceptos coherentes con su programa ideológico, como “clases populares”, “multiculturalidad”, “feminismo”, “proletariado”, etc…

B-Se construyen alrededor de los conceptos disponibles más efectivos para cumplir con su función, con independencia absoluta de la verdad y la honestidad.

Por ejemplo, todo el mundo alude al concepto de libertad, pero ninguna ideología la defiende realmente, sino que solo la esgrime porque es un arma muy efectiva argumentalmente para defender el correspondiente programa mental ante el argumentario opuesto.

Este segundo punto es el que quizás le cueste más de aceptar a la mayoría de personas.

Porque no nos limitamos a afirmar que todas las discusiones ideológicas están bañadas en la más absoluta hipocresía. Si solo existiera la hipocresía que conocemos todos, la que podríamos llamar “Hipocresía Explícita”, todo sería mucho más fácil.

No, lo que decimos es aún peor: estamos hablando de un nivel de hipocresía inconsciente, en el que la programación mental induce a la mente del huésped a generar cualquier tipo de discurso lógico que le resulte útil; se trata de una hipocresía de segundo nivel de la que los propios individuos difícilmente toman conciencia.

     

CONCLUSIÓN:

Soy consciente de los argumentos que algunos de ustedes estarán construyendo para desmontar lo que decimos en este artículo:

El concepto de libertad individual que defiende intrínsecamente este artículo es una falacia, algo que no puede existir. La propia naturaleza del ser humano lo lleva a convivir en sociedad y la propia vida en sociedad conlleva la creación de esos conceptos que el artículo, erróneamente, califica como ‘programación mental’ (costumbres, tradiciones, creencias, ideologías, etc…) y que garantizan la cohesión de los grupos. Somos seres sociales y es absurdo tratar estas ‘programaciones mentales’ como si fueran algo malo, porque sin ellas no podríamos convivir los unos con los otros.”

Pero este artículo no discute la utilidad de todos estos elementos de cohesión social. Lo que pone en tela de juicio es la relación de absoluto sometimiento que los individuos establecemos con estos mecanismos mentales.

La renuncia que hacemos todos a nuestra libertad individual básica, considerándonos inferiores a lo que no son más que meros “programas de software psíquico”.

Una libertad individual que es vilmente asesinada cada vez que se produce un proceso de identificación.

Lo que queda después, ya no es libertad, solo es puro sometimiento psíquico a la programación, aunque adquiera otro nombre y se le llame “tradición”, “costumbre”, “ley” o “creencia”.

¿Y cual es el resultado de esta terrible renuncia?

Observen a su alrededor y verán en qué se ha convertido la humanidad, construida en base a la obediencia ciega a los propios mecanismos mentales que vamos creando los humanos.

¿Qué mundo tendríamos si los individuos, en lugar de convertirse en representaciones físicas de sus programaciones mentales mediante los procesos de identificación, mantuvieran siempre la soberanía plena sobre sus mentes?

¿Acaso es imposible que una persona sea capaz de aprender y abrazar los mejores valores o ideas del cristianismo, el budismo o el islam, sin identificarse como “cristiano”, “budista” o “musulmán” y caer en sus respectivas redes de adoctrinamiento y programación mental y social?

¿Qué sucedería si ningún individuo se identificara jamás con ningún mecanismo de programación?

Si nadie “se sintiera” cristiano, musulmán, budista, francés, alemán, mexicano, comunista, fascista, socialista, republicano, monárquico…

¿Existirían los nacionalismos? ¿Existirían los fanatismos religiosos e ideológicos? ¿Los soldados patriotas dispuestos a matar y morir por su bandera? ¿Borregos fanatizados por el fútbol? ¿Tribus urbanas? ¿Estúpidos seguidores de modas?

¿Cómo sería el mundo si los individuos hicieran las cosas porque deciden hacerlas por sí mismos, a cada momento, y no porque alguien les ha inculcado que eso “toca hacerlo porque siempre se ha hecho así”,“porque es lo correcto según tal o cual doctrina” o “porque lo hacen todos los demás”?

¿De verdad alguien cree que no podríamos vivir en sociedad, de forma armónica sin todas esas estupideces metidas en nuestras cabezas, dominando todos y cada uno de nuestros actos?

¿Alguien cree que si dejáramos de seguir ciegamente tradiciones absurdas y costumbres repetitivas sin sentido, se perderían los conocimientos y la sabiduría acumulada por generaciones anteriores?

¿O quizás habría más sabiduría porque habría mas gente pensando por sí misma y explorando nuevos caminos y métodos cada día?

¿No es lógico pensar que incluso habría más intercambio de conocimientos porque no habría tantas fronteras y barreras ficticias entre los individuos?

Y sobretodo, ¿cómo harían todas esas personas ávidas de poder para controlar a las masas si no dispusieran de esos paquetes de creencias, ideologías e identidades patrióticas con las que manipularlas?

¿Cómo generarían odios y resentimientos artificiales?

¿Cómo crearían enemigos a los que combatir bajo su “sagrado liderato”?

Se quedarían sin sus principales instrumentos de dominación y manipulación.

¿Empiezan a ver cuál es la auténtica raíz de todos nuestros males?

Pero tal y como nos preguntábamos al principio: ¿Estamos dispuestos a dejar de ver la realidad tal y como nos han dicho que es, para empezar a verla tal y como es realmente?

¿Cuántas personas están dispuestas a dar ese paso decisivo?

Sabemos que hacerlo no es fácil.

De hecho, es peligroso…porque cuando das el paso, ya no tienes vuelta atrás…

GAZZETTA DEL APOCALIPSIS.

https://gazzettadelapocalipsis.wordpress.com/2016/09/29/un-primer-paso-para-cambiar-el-mundo/